La Historia de Juaquín


Ha habido pensadores de todas las épocas que
trataron de erradicar el mal del cerebro Humano.
Nunca lo lograron.

Esta historia es ficticia.
Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.




Marujita

Abel Omar Luttringer



El anhelo más grande de una pareja de recién casados, debe de ser tener un hijo.
Por lo menos en esta historia que les voy a contar.
A los catorce meses de casados Celeste y Cesar, veintidós años él y veinte ella, dan por cumplido su sueño, tener un hijo.
En este caso una hija.
Una de las bebés más hermosa que se haya visto.
A los treinta días, cuando su fisonomía se estaba formando, empezaron a resaltar sus ojos celeste y sus cabellos enrulados color del trigo.
Todo aquel que la observaba, no encontraba explicación a tanta belleza en una beba recién nacida. La sala ocho rodeada con ventanas de vidrio, mostraba diez cunas ocupadas con sus respetivos bebés.
La cuna cuatro era la que más llamaba la atención.
¡En ella se encontraba un ángel sonriente!
A los médicos y enfermeras los preocupaba una sola cosa, la bebé por nada nunca lloraba.
Todo lo contrario, le sonreía a toda persona que le llamara su atención.
Era alimentada por su madre, solamente de leche materna.
Pasada la hora de alimentase no lloraba, le llamaba la atención a su madre con sonrisas. A los seis días los padres de la bebé se aprontaban para volver a su casa.
Les llamó mucho la atención, que mientras su madre la vestía, ella no dejaba de mirar y sonreír hacia los otros bebés que quedaban.
¿O sería que la cuna cuatro quedaba vacía?
Fueron hasta las oficinas del Hospital de Niños y allí registraron a su hija con el nombre de Marujita Rodríguez. Cuando iban por el corredor hacia la salida del Hospital, pasaron por la sala ocho. La bebé en brazos, riendo no sacaba la vista de sus ventanas. La mamá comenta con el papá; ¿te diste cuenta que reconoció el lugar?
El papá en tono de broma contesta; ¡se estará despidiendo!
Llegaron a la casa.
El pequeño dormitorio que le habían preparado, contaba con una cuna de gran comodidad con paredes de colores alegres y muchos chirimbolos colgados que despertaran su curiosidad.
Sobre una mesita un receptor y transmisor de audio, para oírla y que los oiga.
El pequeño dormitorio contaba con una luz tenue, para que no durmiera totalmente a oscura.
¡La pequeña ángel rubio se encontrará muy cómoda!
Aseguran los padres. Para ellos es una experiencia nueva que tendrán que enfrentar.
Criar y educar una hija.
Este es el principio de la vida de una hermosa bebé, que causará lagrimas y muchas felicidades. En los días venideros, el ángel rubio vivía colmada de mimos por sus padres, amigos y familiares que la venían a ver.
Ella les retribuía con risas y balbuceos de bebé.
Ella se hacía entender.
Pasaron cinco meses.
Como todas las noches, antes de dormirse sus padres le daban las buenas noches con abrazos y besos.
Ella pegaba sus labios en las mejillas de ellos, como queriendo demostrar que también los besaba.
Los padres sabían que ella no se dormía enseguida.
Pasaban hasta dos horas en la que se le oía balbucear y reír sola.
Después se dormía.
Se habían acostumbrado a sentirla.
Pero esa noche a las dos de la madrugada, los padres se despertaron sobresaltados.
La risa de Marujita más fuerte y cristalina, acompañada con esos balbuceos que la caracterizaban. A sus padres les dieron la impresión que no estaba sola.
¡Cosa imposible, pero lo pensaron!
Muy rápidos fueron hasta el dormitorio y encontraron a la bebé riéndose, moviendo sus piernitas como jugando.
Y lo más extraño, es que se reía mirando hacia su lado derecho, como dirigiéndose a alguien.
Los padres captando ese hecho, revisaron todo el lugar pensando que se podría tratar de algún pequeño animal que se hubiera metido en la casa.
Pero no, no había nada.
Hicieron lo que otros padres hubieran hecho,
Se la llevaron a dormir con ellos.
Al otro día revisarían mejor el dormitorio.
Y así fue, hicieron una minuciosa búsqueda en el pequeño dormitorio y no encontraron nada fuera de lo normal.
Se quedaron con la idea, de que como los chirimbolos se movían con los movimientos de la camita, la divertían.
Dieron por superado el hecho y tendrían que acostumbrarse.
¡Vaya que tendrían que acostumbrarse!
Pasaron días, meses y todas las noches lo mismo.
Dos horas antes de dormirse la bebé, los padres la sentían reír y hablar a su manera.
Había aprendido a decir Ma….ma, Pa….pa, Ito.
Esta última, los padres por más que quisieron no pudieron saber de que se trataba.
Faltaban treinta días para cumplir dos años. ¡La bebé cada día más hermosa!
Como siempre a su manera lo hablaba todo.
Había cambiado la palabra Ito por Aito.
En una oportunidad en que la bebé repite varias veces Aito, la mamá le pregunta.
¿Qué es Aito bebé?
¡Aito mami, Aito!
Antes que la mamá le siga preguntando, sale corriendo a jugar al jardín.
La madre la miraba por la ventana cómo se reía y hablaba sola mientras se hamacaba. Y seguramente pensó; ¡que hija maravillosa!
Y llegó el día de su cumpleaños.
La mamá vio que a pesar de que jugaba con sus amiguitos vecinos, estaba triste.
La levanta en brazos, la sienta en la falda y le pregunta; ¿mi amor porqué estas triste?
¡Están todos tus amiguitos, tienes que estar alegre!
¡No mami, no están todos, Aito no pudo venir!
En ese momento la madre entendió lo que ella y su esposo no habían entendido desde que tenía pocos meses.
¿Cómo pudo ser que a los pocos meses de nacida, pudiera crear un amiguito imaginario?
La mamá trata de disimular su sorpresa y le hace otra pregunta.
¿Por qué no vino Aito?
La bebé se recuesta a su pecho y le contesta; ¡la mamita está muy enferma!
¡No te preocupes mi vida, la mamita se va a mejorar y tu tienes muchos años para festejar.
¡Ve y sigue divirtiéndote! No muy conforme, se reúne con sus otros amigos y sigue jugando.


Cap. 2

A la tardecita llega su esposo del trabajo y su esposa le comenta lo sucedido.
El dice, mi vida, no es nada raro que un niño o niña tengan un amiguito imaginario.
¿Cesar, tu crees que desde los dos meses un niño pueda tener un amiguito imaginario?
¡Porque nuestra hija tiene ese comportamiento, desde los dos meses!
Mi amor, quisiera tener una respuesta para esa pregunta, pero no la tengo.
Y el padre sigue; ¡yo te diría que la dejemos crecer y el tiempo te dará la respuesta.
El tiempo fue pasando, la niña siguió creciendo, y la amistad con el amigo imaginario se hacía más evidente frente a todas las miradas.
Ya tenía seis años, la edad escolar.
Entraba en segundo año demostrando gran inteligencia resolviendo sus deberes con mucha rapidez.
Se había transformado en una niña tan bella, que causaba la admiración de todos.
Sus cabellos color del trigo resaltaban sus ojos azules, y aquellos que la miraban no podían dejar de mirarla.
Los padres, si bien reconocían todas las cualidades buenas, se preguntaban; ¿Cuándo se terminará lo del amigo imaginario?
Iba a la escuela, jugaba y hablaba con el que hasta hacía tres años se llamaba Aito.
Con el tiempo la belleza rubia, había cambiado la pronunciación, llamándolo Raulito.
La madre preocupada, muchas veces le preguntó; ¿Cuándo se va a terminar lo del amigo imaginario? ¡No es imaginario mami, existe!
Después se retiraba riendo.
Nunca supo lo que es llorar.
Reía con una risa tan contagiosa, que la madre terminaba riendo también.
Un mediodía, el transporte escolar como siempre la dejaba en la puerta de su casa.
La mamá la esperaba en la puerta.
La vio venir, y observó que en su cara se reflejaba mucha tristeza.
Después de un beso de bienvenida le pregunta; ¿mi amor porqué estas tan triste?
¡Mami, la mamá de Raulito se fue para el cielo!
¿Cómo que se fue para el cielo?
¡Si mami, se murió!
La madre se quedó sin habla.
No supo que contestarle.
¡Se dijo para sí, esto está llegando muy lejos!
Después de contarle a su esposo, decidieron llevarla a un psicólogo.
La consulta con el profesional se programó para el día siguiente.
Padres e hija, a la hora indicada fueron a la consulta con el médico.
La niña les pregunta; ¿papis por qué me traen a ver al médico?
¡Para un examen de rutina!
Contestó el padre.
¿Qué es rutina mami?
En este caso, son exámenes que se deben hacer periódicamente a todos los niños para el control de la salud.
¿Duele mami?
¡No!
Y llegó el momento.
El doctor sale del consultorio llamando a la familia Rodríguez.
Cuando se acercaron, la exclamación del doctor se hizo oír.
¡Estoy con suerte, me vino a visitar un ángel!
La tomó de las manitos, ¿por qué me visitas?
¡Mami dijo que es por rutina!
¡Qué bien! Contestó el doctor al mismo tiempo que preguntaba a sus padres.
¿Permiten que ella sola, entre al consultorio?
¡Si doctor! Contestaron.
La enfermera que acompañaba al médico expresó.
¿Tendremos que pedirle permiso a Dios para hablar con este ángel?
La contagiosa risa de Marujita, hacen que enfermera y doctor terminen a las risas.
La consulta duró hora y media.
Durante ese tiempo, la sala de espera permaneció en un silencio absoluto.
Todos prestaban atención a las repentinas risas de la niña que médico y enfermera estaban examinando.
Cuando los padres de Marujita nerviosos por la espera estaban por golpear la puerta, esta se abre.
La niña y la enfermera, se quedan en la sala de espera.
Pasen, dijo el doctor.
Los padres, ansiosos los dos a la ves preguntan; ¿cómo la encontró?
¿Qué le dijo del amigo imaginario?
El doctor los mira y habla.
¿Ustedes están consientes de lo inteligente que es su hija?
Le hemos hecho pruebas para evaluar su inteligencia, y les puedo asegurar que es una niña fuera de lo normal.
¿Ustedes están preocupados por que su hija tiene un amiguito imaginario?
¿Saben cuantos niños hablan con amiguitos imaginarios?
¡Casi todos!
¡Pero doctor, mi hija lo tiene desde los dos meses!
Dijo la madre.
El doctor le contesta; ¡yo no puedo asegurar eso!
Y siguió diciendo; de cualquier manera su hija es muy chiquita, y hay que darle tiempo a que olvide como lo hacen todos los niños que crean amiguitos imaginarios.
¿Aunque me siga diciendo que existe doctor?
¡Si señora, a mi me aseguró que no es imaginario, que existe y lo quiere mucho!
Yo les puedo asegurar que en dos o tres años, la niña se olvidará del supuesto Raulito.
Como doctor y padre, yo les aconsejo que dejen de pensar en esa ilusión que esta viviendo su hija.
Recuerden que la bebé es muy inteligente, y contradecirla en que no existe su amiguito, puede causar contrariedades.
¡Por ejemplo, en los estudios!
Hasta ahora, la creencia en su amiguito no a interferido en la vida familiar, ni en los estudios.
Los quiere mucho y le gusta estudiar.
¡No deben preocuparse!
Con ese diagnóstico y la tranquilidad que les dio el médico, se despidieron.
¡El angelito se iba contento por la forma que la habían tratado médico y enfermera!
¿Mami el doctor y la señorita que lo ayuda, se van a casar?
¿Por qué preguntas eso mi amor?
Porque el doctor le dijo a la señorita, querida mía.
¡Oh no! Exclamó la madre y se pusieron a reír los tres.
Cuando los padres se encontraron solos, él comento; el doctor tiene razón, dejemos pasar el tiempo y no nos preocupemos.
Nuestra hija es muy inteligente, y sola sacará de su mente toda ilusión que no existe.


Cap. 3

Pasaron días y meses y el problema de Marujita se estaba agravando.
No solo se hacía más evidente frente a sus padres, también se les hacía a sus compañeros de estudio.
La veían conversar sola, y de pronto saludar a lo lejos a alguien que no se veía.
La madre lloraba en silencio.
El padre la consolaba diciendo, ¡recuerda que el médico nos aconsejó esperar varios años!
Y pasaron varios años, ya tenía trece.
Entró en el secundario con notas que la acreditaban la niña más inteligente de ese centro de estudio.
Pero también en secreto, sus compañeros la llamaban Marujita la loquita.
No le importaba, porque ella demostraba día a día que era mucho mas inteligente llevándose las mejores notas.
Al contrario, les daba pena, que por ignorancia se reían de lo que no entendían.
Llegó un momento en que no se hablaba con ningún compañero.
Los maestros, siempre sorprendidos con la rapidez que terminaba los escritos y sus acertadas respuestas.
Para los padres, la imaginación de Marugita era el tema de todos los días.
Si era tan inteligente; ¿por qué seguía creyendo en Raulito, su amigo imaginario?
Nosotros también la vimos saludar a lo lejos, a alguien que no se veía.
Caminaba como que iba tomada de la mano de alguien y hablando sola.
¿Por qué estos hechos no interfieren en los estudios?
La esposa lo escuchaba llorando.
Él le promete que pronto verían otro médico.
En la vida de Marujita todo avanzaba, los estudios, la amistad con su amigo imaginario y lo que más llamaba la atención, era su extraordinaria belleza.
El papá de Marujita, a los cuatro meses logró establecer una cita con uno de los mejores especialista en salud mental.
Creador de varios sistemas para entrar a un cerebro, y desalojar todo lo que no tiene que ver con la realidad.
La primera cita la hicieron los padres, mientras Marujita estaba en el centro de estudio.
Le explicaron al especialista, cuales eran los motivos por cual acudían a él.
El médico reiteró lo que años atrás, otro médico les había dicho.
Y continuó diciendo; hay cerebros que toman como real, sueños imposibles, y lo incluyen a la vida diaria.
¡La duración es un misterio!
Yo digo, esperar hasta a los dieciséis años el cambio de adolescente a mujer.
Si no hay cambio en su actitud, usaremos una terapia basada en anular sus ilusiones por intermedio de sueños programados.
La madre interesada pregunta; ¿Cómo es eso doctor?
Muy simple contesta el doctor, se duerme a la paciente durante una semana, induciéndole sueños basados en la realidad.
¡Esta terapia siempre tuvo éxito!
Los padres agradecieron, saludaron y se fueron.
La madre comenta a su esposo, que no había quedado muy tranquila con el pronóstico del médico.
¿Tendremos que esperar tres años más?
El tiempo fue pasando, y el matrimonio creyó que se iban acostumbrar a ese comportamiento de su hija.
Todo iba bien a tal punto, que Marujita ya había cumplido los dieciséis años, y estaba cerca de los diecisiete.
Era una alegría tras otra, con respecto a los estudios.
Marujita pasaba de clase, con notas que sorprendían a sus padres y maestros.
Era sorprendente su inteligencia para todos los que la conocían.
Los padres no prestaban atención a ese comportamiento que la destacaba como desequilibrada.
Hasta que una tarde, Marujita llega del centro de estudio.
Su madre, observando desde una ventana, no puede creer lo que ven sus ojos.
En el portón del jardín, Marujita levanta sus brazos como rodeando el cuello de alguien.
Da un beso de cada lado, como besando ambas mejillas.
Camina dos pasos hacia atrás, y levanta la mano como saludando.
Entra a la casa y su madre le pregunta.
¿De quien te despedías mi amor?
¡De Raulito mamá!
La madre disimulando su tristeza, hace otra pregunta.
¿Cuándo lo conoceremos?
¡Mami, él no quiere todavía!
La madre el resto del día lloró a solas.
En la noche, cuando el matrimonio se encontraba solo, la esposa le comenta a su esposo lo último que vio de su hija.
El hombre lagrimeando le dice, he estado pensando en que si debemos o no volver al médico.
Yo creo que no debemos llevarla a ninguna clase de terapia.
No podemos arriesgar que su inteligencia se anule por un error de la medicina.
¡Ya ha pasado en otros casos!
¿No te parece?
Ella le contesta; ¡lo que tu decidas mi amor!
Con excepción de ese comportamiento que prácticamente la hacía vivir una doble vida, Marujita era normal, con una inteligencia que sobrepasaba todos los límites.
Se dedicaba tanto a los estudios, como a su vida imaginaria.
Y sobre todas las cosas, estaba su gran amor por sus padres.
Pasaron tres años más.
Marujita se capacitaba cada vez más en los estudios y más se posesionaba en su vida imaginaria.
En el desayuno y en la cena, era donde se disponía de más tiempo para que madre e hija mantuvieran grandes diálogos.
La madre inicia la conversación.
Mi amor; ¿no crees que ya estas muy grande para creer en un amigo imaginario?
¡Mamá yo se que existe, me habla, le hablo, me acompaña, lo quiero y me quiere La madre la miró con una expresión inquietante.
Como siempre la risa de Marujita la hace cambiar de actitud.
¡No estoy loca mamá!
¡Ya lo se hija!
¿Hija, me puedes decir como es el nombre completo de Raulito?
¡Raúl Dotti, mamá!
¿Qué edad tiene, mi amor?
¡Va cumplir veinte, mamí!
¡Igual que tú!
¡Si mamá!
La madre cambia la conversación.
¡Ya terminaste el secundario!
¿Que profesión seguirás estudiando?
¡Quiero estudiar abogacía, madre!



Cap. 4

Los padres, después de comentarse la última conversación que tuvieron madre e hija, decidieron olvidarse del asunto y dejarlo en manos del destino.
El padre dijo, ella misma cuando llegue el momento olvidará esa fantasía.
Marujita empezó a estudiar licenciada en derecho.
Se quería transformar en una buena abogada.
Como en todos los estudios que había encarado, dejaba a maestros y compañeros sorprendidos.
Pero llegó un momento en que sus compañeros empezaron a prestarle atención.
Se dieron cuenta que la alumna hablaba sola, o por algún método se comunicaba con alguien que le pasaba respuestas.
Uno de los maestros hizo esa misma observación y la citaron al directorio.
El director y sus dos secretarias la recibieron.
Marujita no supo nada, hasta que se enfrentó al director.
El comienza; Marujita Rodríguez, usted que es rápida y certera para las respuestas, quiero me responda esta pregunta.
¿Usted habla sola, o se comunica con alguien para responder respuestas?
Marujita, como que esperaba algo así, contestó rápido.
¡Yo no hablo sola!
¿Con quien habla?
¡No lo entendería director!
El director le contesta, pruébeme.
La bella estudiante mientras habla se va sacando la ropa ante las miradas estupefacta del director y secretarias.
Señor director, a usted lo que le interesa es si yo tengo un comunicador, no con quien hablo.
Una de las secretarias se puso adelante de Marujita, que ya estaba en ropa interior.
¡Vístase señorita, con su palabra alcanzaba!
¡Discúlpenos por el mal entendido, dijo nervioso el director, puede irse!
La joven más bella de ese centro de estudio, se fue sonriendo.
Mas tarde reunida con sus padres les cuenta la anécdota.
Todos terminaron a las risas.
La madre, a pesar de haber derramado muchas lágrimas por su hija, era muy feliz con ella.
La respuesta del directorio del centro de estudio, la recibieron sus padres con una citación.
Debían presentarse en la dirección lo más pronto posible.
A la cita se presentó solo el padre.
Lo encaró el director.
Señor Rodríguez, discúlpenos por las molestias que les estamos causando, pero es importante que conversemos.
¿Usted está al tanto de que su hija mantiene largas conversaciones con ella misma?
Señor director, no es así, ella no habla sola.
¡Habla con alguien que solo ella ve!
Tal vez no lo entendamos, pero quizás sea un don.
Señor Rodríguez, puede ser un don, pero anormal.
¿Director, como puede ser anormal, cuando mi hija es la estudiante más inteligente de este centro de estudio?
¡No lo digo yo, lo dijeron y lo dicen todos los maestros que tuvo y tiene!
¿Rodríguez la han visto médicos?
Sí, pero las terapias que ofrecen, arriesgan lo que más la destaca, su inteligencia.
¡Para qué, si ese comportamiento en cualquier momento puede desaparecer!
Rodríguez, usted tiene que entender, que el comportamiento de su hija, molesta y distrae a sus compañeros de clase.
Deme veinte días, hablaré con mi hija.
Si en ese tiempo no logro revertir la situación, abandonará el colegio.
El director se pone de pie y afirma, nosotros no queremos que deje de estudiar en este centro de estudio, lo que queremos, es que deje de hablar sola.
Deme ese tiempo director.
Se despiden, y el padre de Marujita se va muy triste hacia su casa.
El matrimonio conversa sobre lo acontecido, y el esposo decide encarar a su hija, usando su propia creencia.
En la cena, el padre consideró que era el momento más apropiado.
Hija, tenemos que hablar.
El directorio de la Universidad, me citó para hablar de un problema que tú tienes en clase.
¿Qué problema papá?
Ellos creen que tu hablas sola en clase y molestas a tus compañeros.
¡Yo no hablo sola papá!
¡Hablo con Raulito!
¡Yo lo sé hija, pero ellos no!
Debes pedirle a Raulito que no esté en clase.
El padre no podía creerlo, le estaba hablando a su hija como si tuviera cinco años.
Como adivinando lo que pensaba su padre, sonriendo la joven dice; ¡papá Raulito existe no está en mi imaginación!
¡Mamá, papá no se preocupen, le diré a Raulito que me hable después de clase!
Pasaba el tiempo, y en vez de desaparecer de su imaginación, la imaginaria figura de Raulito permanecía con más fuerza.
A tal punto que su madre le pregunta.
¿Cómo es Raulito?
Las preguntas de la madre eran hechas con mucho tacto, porque no quería herir su sentimiento.
¡Ay mamá es tan bueno!
¡Es delgado, alto de cabello negro enrulado y estudia mucho!
¡También quiere ser abogado mamá!
¿Qué edad tiene, hija?
Veintiuno.
¡Qué casualidad, tu misma edad!
La doble vida de Marujita, duró varios años más.
Los padres no se preocupaban tanto, porque ella mantenía al margen de los estudios su vida imaginaria.
Y llegó el día en que se cumple uno de su sueño.
Se recibe de abogada con todos los honores y reconocimientos que se le pueden adjudicar a tan inteligente estudiante.
Salió del recinto con la única intención de encontrarse con sus padres, y hacerlos participe de su alegría.
Pero el destino le tenía una sorpresa.
Al salir del edificio, ve que por otra puerta sale un muchacho bien parecido, cabello negro enrulado, alto y delgado.
Marujita sorprendida exclama; ¡Raulito!
Él también sorprendido; ¡Marujita!
Primero un abrazo, después un tierno beso que deja en el pasado la vida imaginaria de Marujita Por primera vez en su vida los ojos se llenaron de lágrimas, lloraba, lloraba de alegría.
Lo que estaba viviendo en ese momento era real.
¡Que alegría Raulito, te dieron la misma hora que a mi!
¡Sí mi amor!
¿Raulito quieres acompañarme a mi casa?
¡Quiero compartir con mis padres estas dos alegrías!
Abrazados se dirigieron a la casa de Marujita.
Llegaron.
La madre como siempre la recibe en la puerta.
¡Mamá, mamá ya soy abogada!
La madre con mucha alegría, la abraza y felicita.
Después mira al muchacho con curiosidad.
¡Mami te presento a Raulito!
La madre mira al muchacho con desconfianza.
Pensó que se estaba aprovechando de la situación de su hija.
Él muchacho se dio cuenta de la desconfianza que sintió la madre.
Metió la mano en un bolsillo y sacó los documentos comprobando que el es Raúl Dotti.
Ahora el asombro se vio en el rostro de la madre.
¿Desde cuando conoces a mi hija?
¡Desde toda nuestras vidas!
¿Cómo es eso?
¡No lo entiendo dice la madre!
Sí señora, le explico.
Mi madre murió cuando yo tenía seis años.
Desde que nací, ella me hablaba de una bebé que estaba junto a mí, con una belleza nunca vista en un recién nacido.
Desde ese entonces, desde mi imaginación la vi crecer, nos comunicamos y vivimos casi toda nuestras vidas juntos.
La mamá no salía de su asombro y vuelve a preguntar.
¿Raulito donde naciste?
¡En el Hospital del niño, sala ocho cuna tres!
La mamá se da cuenta de las coincidencias, pero nunca entenderá los por qué.
Abraza a su hija fuertemente y llorando le dice; ¡perdónanos, perdónanos!
¡Mamá no llores, ahora todo se verá normal!
Nunca más pensaran en la imaginación de Marujita, por que lo mismo que hacía, hoy es real y esta a la vista.
¿Que científico, que especialista en la medicina puede asegurar anormalidad, en una persona que habla con alguien que está solo en su imaginación?
¿Quién conoce cien por ciento las propiedades de un cerebro?


Es una Historia de Abel Omar Luttringer





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