ABEL OMAR LUTTRINGER

Esta historia es ficticia
Cualquier parecido con la realidad
Es pura casualidad.




CAP. 1

¡Dos amigos, más que amigos eran compañeros de trabajo!
Sentados en la barra de un Bar disfrutaban de un café conversando.
¿Agustín, es broma lo que me comentaste?
¡No Jorge, no es broma ya lo tengo decidido, me jubilaré!
¡Tengo treinta años en mi carrera policial y creo que mi tarea está cumplida!
A eso agrega los motivos que te expliqué.
¡Agustín los motivos los entendí. Lo que no pude entender.
¿Porque no esperar un año más, hasta que seas jefe de policía?
¡Que ya estas elegido y lo tienes merecido!
¡Como tienes merecido ser comisario inspector!
Como te lo dije Jorge, nuestra policía no tiene respaldo.
Estamos en un momento en que la justicia investiga más al policía que al propio delincuente cuando sale herido en un enfrentamiento.
Por culpas de leyes retrogradas, nosotros los policías estamos en desventajas.
¡Las leyes no se cambian, los delincuentes sí!
Pobre de nosotros si nos enfrentamos a un delincuente ganando de mano, al sacar el arma tirando primero.
La policía prueba el delito, pero en muchos casos la justicia toma en cuenta leyes que protegen al delincuente y terminan sin procesarlo.
Cuando los procesan, las victimas terminan cuidando y alimentando a sus victimarios con los Impuestos que pagan.
¡Jorge, toma en cuenta lo que pasa con los menores!
El menor es el peor de los delincuentes.
Comete el delito y nunca piensa en sus consecuencias, roba y mata pensando que como menor, las leyes lo protegen.
¿Jorge que nos espera?
Si no se cambian las leyes; ¿que pasará con nuestra policía?
La delincuencia no tiene frenos, cometen los delitos que se les antojan.
La policía los tiene y son las leyes que deben acatar.

Por eso Jorge, antes que seamos implicados por nuestras propias leyes, decidí dejar mi carrera policial y jubilarme.
¡Te entiendo Agustín y comparto tu decisión!
Agustín Duarte es un policía excepcional como su amigo Jorge Solá.
La diferencia entre Agustín y Jorge, los dos policías intachables, era que Agustín se había preparado toda su vida profesional, física y mentalmente.
En sus cincuenta años había logrado ser cuatro veces campeón nacional de natación.
Se le reconocía especialista en artes marciales.
Conocedor del manejo de todas las armas conocidas.
Si se jubilaba, era una pérdida invaluable para la policía.
Sus superiores hicieron lo imposible para que desechara la idea.
Pero el se mantuvo con sus razones y se jubiló.
Sus compañeros sabían que hasta los propios delincuentes, conscientes de sus actos delictivos le iban a extrañar.
Hubo enfrentamientos en que muchos delincuentes conocidos jamás le apuntaron con un arma.
Por qué para ellos, era un reto que el inteligente policía los descubriera.
A pesar de que uno era policía y el otro delincuente, había respecto entre ellos.
Y empezó su vida de jubilado, que no era aburrida.
Dos veces por semana iba al gimnasio policial.
Entre natación y gimnasia mantenía su físico en óptimas condiciones.
Era muy visitado por sus colegas en función y lo consultaban por distintos casos a investigar. El les aportaba ideas basadas en su experiencia.
Lo consideraban un gran investigador y ahora un buen maestro.
Vivía solo, no tenía compromiso con nadie más que con el mismo.
Un día, ya casi empezaba la noche y decide salir a comprar los alimentos como acostumbraba. Eran seis cuadras hasta el Supermercado donde compraba todo.
Cuando volvía, se encuentra con un problema familiar.
Un padre, tenía a su hija adolescente sujetada por los hombros.
Le estaba recriminando algo en voz alta.
El policía retirado le llama la atención al padre.
¡Vecino por favor, los problemas familiares se resuelven adentro de la casa!
El hombre que lo conocía y sabía que era muy respetado le contesta; discúlpeme don Agustín y se llevó a su hija para adentro de su casa.
No quiso enterarse que pasaba entre padre e hija.
Tampoco supo que este echo, cambiaría su vida para siempre.
Las rutinas en el gimnasio y los consejos a otros policías lo ocupaban a diario.


Cap. 2

Pasaron seis días del hecho entre padre e hija.
Era de noche y ya estaba para irse a dormir cuando de pronto golpearon la puerta.
El abre para atender y allí estaba la adolescente que días atrás su padre le recriminaba algún mal comp...













Es una Historia de:
Abel Omar Luttringer