ABEL OMAR LUTTRINGER

FRAGMENTO

Esta historia es ficticia.
Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.

Ley y Justicia encaran con distintos fundamentos el delito.
La ley investiga y prueba el delito.
La justicia interroga, analiza y libera o condena.
¿Pero que me dicen, si ley y justicia unidos se involucraran en la investigación? Desaparecerían los desacuerdos.
Si así fuera, ley y justicia se aplicarían con decisiones unánimes.
La juez y su equipo de investigadores serán implacables, resolviendo casos complejos y difíciles.



(En la muerte de cuatro niños.)

Cap. 1

Una mañana del mes de Agosto, viento, frio y una lluvia torrencial.
Congelada hasta los huesos, desde el trabajo caminando iba para su casa.
La doctora Camela Santos cuando tenía un caso que la preocupaba hacía eso, caminaba sin importarle el clima.
La juez Camela, como le decían sus amigos e investigadores, estaba al frente del caso más difícil de toda su carrera.
Una carrera de más de treinta años.
Era justa e imparcial y aplicaba la justicia más allá de las leyes.
La muerte de cuatro niños y cuarenta y dos afectados, tenían más de cinco meses.
Maestras, padres ,niños y tres personas del servicio festejaban el séptimo año de vida de una alumna, Estelita.
Costumbre que tenían padres y maestras para agasajar a cumpleañeros.
Ninguno de ellos imaginó que en un jugo de frutas rondara la muerte.
El jugo estaba contaminado con un Raticida mortal.
Dependiendo de la cantidad que se tomara causaría la muerte.
La juez pidió a los investigadores que se investigara a todos los involucrados, incluso hasta los compradores y vendedores de frutas.
Quería información de todos ellos desde el día en que nacieron.
El teniente Gustavo Ibáñez, el preferido de la juez Camela, con tres detectives inicia la investigación.
Siguiendo la información de la compra venta, pasaron por el Supermercado, Mercado de Abasto y al final las quintas en donde fueron cosechadas y revisadas.
Desde ahí se iniciaba el recorrido hasta el consumidor.
Se presentaron en la primera de dieciséis quintas productoras de frutas.
Se tomaron los nombres de todas las personas que participaron en las cosechas.
Después de guardar esa información, el teniente Ibáñez hacía la primera pregunta al propietario de la quinta. ¿Aquí se usan Raticidas señor?
¡Claro teniente, tenemos galpones!
Y continúa, ¡es parte de la higiene!
¿Tiene el nombre del Raticida?
¡Si señor!
Conduce al teniente hasta un galpón, saca un envase del Raticida que usaban y dice;
¡Hace cinco años que lo estamos usando!
Es todo por ahora, dijo el teniente al ver que no era el del análisis.
Solo faltaba comprobar si era cierto que hacía cinco años que lo usaba.
Después de más de cinco meses de investigación, diez quintas habían sido visitadas por los investigadores sin lograr ninguna pista.
Se habían interrogado más de ciento cincuenta personas trabajadoras en el cultivo y cosechas de las frutas.
Todas aportaron datos desde la infancia hasta su vida actual.
Así se lo había pedido la juez Camela al teniente Ibáñez.
El por qué de el saber del pasado de los trabajadores, solamente la juez lo sabía.
Lo único que averiguaron, es que entre los trabajadores se encontraba un conocido ladrón, aparentemente reformado. Por ahora no sería molestado.
Pero había que seguir con la investigación. Todavía faltaban seis quintas que se dedicaban a la plantación de frutas. A medida que se iba investigando, los investigadores se informaban que el veneno que buscaban, era uno de los menos usados por su alta peligrosidad.
Mientras el teniente Ibáñez con su equipo seguían investigando en las quintas, la juez decidió nuevamente reanudar el interrogatorio a todos los involucrados en la escuela.
En un principio les había hecho las preguntas preliminares, después paró la interrogación en la escuela por que estaba causando más dolor que respuestas.
Uno a uno fue citando a todos los que se encontraban festejando el cumpleaños de Estelita.

Cap. 2

Todos coincidían en que no había nada anormal ni que les haya llamado la atención. Algunos padres ...
















Es una Historia de:
Abel Omar Luttringer