La Historia de Juaquín


Ha habido pensadores de todas las épocas que
trataron de erradicar el mal del cerebro Humano.
Nunca lo lograron.

El Mundo de Revés

Abel Omar Luttringer



Esta historia es ficticia.
Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.

Comentario


La niñez, etapa del niño que lamentablemente en un gran porcentaje de ellos la van perdiendo día a día.
Y lo que es peor, que esa etapa de la vida se presenta a destiempo, después de la adolescencia.
Muchas veces habrán oído, ¡mi hijo tiene cinco años y sabe más de la computadora y el celular que yo!
Pero sí, saben cómo entrar en Internet y encontrar juegos que en su mayoría dan ejemplos de violencia.
Son pocos los juegos inocentes que los llevarán al pasaje a la adolescencia.
Tampoco tienen idea de lo que es sentir un cuento contado por sus padres.
La tecnología en parte es culpable del quite de esa etapa de la vida.
La mayor parte de los niños tienen acceso libre a los computadores y celulares, con muy poco control de los padres.
En ellos encuentran programas que deberían ver muchos años después.
El resultado es el desequilibrio de lo que deberían saber hoy, con lo que deberían saber mañana.
Hay razones para esos comportamientos.
Programas de televisión, información en Internet y una cultura que crea leyes, para que el niño tenga lecciones de sexo en la escuela primaria.
En muchas oportunidades los problemas económicosde las parejas, hacen que los dos deban trabajar y dejan a sus niños al cuidado de extraños, que sin duda complementan una buena educación.
Si bien económicamente es necesario, también hay que entender que el niño se está perdiendo irrecuperablemente, ternura y amor entre padres e hijos.
¡Algún día se creará un sistema de vida, en que los padres no tengan la necesidad de separarse de sus hijos, y ellos una niñez sin interferencias que los hagan sentirse más maduros
!Por suerte hay padres, abuelos y docentes, que hacen que los niños se sientan niños sin compararlos con otros que se sienten adolescentes.
El niño debe de ser niño en todos sus aspectos.
En la vida, cumplir con todas las etapa para que en su mayoría de edad no haya rastros de una niñez, que no vivió.


Cap. 1

¿Abuelo me vas a contar el cuento, o no?

¡Abuelo te estoy hablando!

¿Me hablaste Luisito?

¿Otra vez?

¿Estás sordo abuelo?

¡Van como mil veces que te lo digo!

¿Cuándo me vas a contar el cuento?

¿Ya cenaste?

¡Si abuelo, si!

¡Bueno, avisa a tus padres que vas hacer un

largo viaje con tu abuelo!

¿Pero abuelo y el cuento?

Luisito, es que con este cuento vamos a viajar muy lejos, al pasado.

Está bien, les pediré permiso a mis padres.

Después de tres minutos Luisito vuelve con su abuelo.

¿Pediste permiso Luisito?

Si abuelo.

Mamá me pidió que me porte bien en el camino.

Bien, siéntate frente a mí en esta silla.

¡Si abuelo!

Ahora cierra los ojitos, escucha y viaja en el tiempo conmigo.

Hace mucho tiempo, muchísimos años atrás, más de dos millones de años, este mundo no era como lo es hoy.

Era totalmente al revés de como hoy se ve.

Hombres, mujeres y niños eran las mascotas

de todos los animales.

¡Pará, pará abuelo!

¿Tú ya eras nacido?

¡Hay que tonto eres criatura!

Te estoy diciendo que esto sucedió hace dos millones de años y tú me preguntas si yo era nacido.

¡Disculpa abuelo no entendí esa parte!

Está bien, concéntrate de nuevo.

Para que lo entiendas mejor, en ese tiempo los animales gobernaban el mundo.

Los animales que hoy viven en las selvas, vivían en las ciudades ocupando casas como nosotros y cargos en los gobiernos.

Por ejemplo; en Uruguay el presidente era un

Labrador, perro honesto y muy cariñoso, capaz de dar la vida por su país.

El Chihuahua en México, eliminó la pobreza en todo su territorio.

Mientras el mundo era gobernado por los animales, no se conocían armas y mucho menos guerras entre países.

La idea de matarse entre ellos, no existía entre los animales gobernantes.

Las selvas estaban ocupadas por hombres, mujeres y niños.

En ese ambiente se procreaban.

En las temporadas de caza, muchos animales viajaban a las selvas a cazar humanos, después los comercializaban.

Algunos, como los gorilas, cazaban para formar grandes criaderos para después venderlos como mascotas.

¡Pero abuelo, tu dijiste que no usaban armas!

¡Claro que no usaban!

¿Y si no usaban, cómo los cazaban?

¡Muy buena pregunta, y tus padres dicen que no eres igual a mí!

Los animales sabían que la mayor parte de los humanos eran codiciosos, ambiciosos, traicioneros y capaces de matarse entre ellos con tal de obtener lo que deseaban, y fabricaron trampas.

¿Abuelo, les ponían comidas para cazarlos?

No, adentro de las jaulas trampas ponían lo que más ambicionaban, metales como Oro,

Plata o algunas piedras preciosas.

Pero lo que más los cegaba era el petróleo.

Los animales sabían que se pelearían por entrar en las trampas.

Con esa desesperación por obtener esas riquezas, peleando entraban en grupos a las trampas.

Los gorilas y leones eran los que más se dedicaban a la caza humana.

Con grandes criaderos de humanos se dedicaban a la venta de mascotas en todo el mundo.

La raza humana que más vendían, era la alemana.

Esa raza, tenía casi todas las cualidades para ser un buen humano.

¡Grande, corpulento, pelo rubio, ojos azules, inteligente y muy guardián!

¡No solo era una buena mascota, sino que también cuidaba a todos los niños del criadero!

Los animales únicamente los apareaban con mujeres alemanas.

Así mantenían la raza legítima.

¿Abuelo que es apareaban?

Significa, que los hacían tener hijos solamente con mujeres de la misma raza.

¿Vas entendiendo Luisito?

Sí, abuelo.

¿Abuelo, es verdad lo que estas contando?

Luisito, yo no sé si es verdad, yo solo cuento lo que escribieron los historiadores.

¿Quiénes son los historiadores, abuelo?

Los que cuentan historias antiguas.

¡Ah!

Te sigo contando Luisito.

¡Dale abuelo,una mascota humana en sus casas!

A la noche, era muy común ver a los animales sacar a sus mascotas a hacer las necesidades a un terreno cercano.

Luisito tentado se empieza a reír, hasta que se le caen las lágrimas.

El abuelo también riendo le pregunta.

¿De qué te ríes Luisito?

¡Abuelo, es que imagino ver a hombres y mujeres haciendo caca en los yuyos!

Y para causar más risas, Luisito se agacha y hace la parodia de estar haciendo sus necesidades.

¡Vasta Luisito, van a venir tus padres y nos van a mandar a la cama!

Lo dicho por el abuelo lo calmó.

¡Continúa contando abuelo!

Una noche, paseando con sus mascotas se encuentran un gorila y un leopardo.

Las dos mascotas eran llevadas atadas con cadenas y bozal.

¿Cómo andas gorila?

Pregunta el leopardo.

¡Y aquí me ves, paseando a mi hombre africano!

¡Se comenta que estos hombres negros salen guardianes y peleadores!

Sí leopardo, por eso lo llevo con cadena y bozal.

¿Leopardo, ese rubio grandote es alemán?

Sí, me lo trajeron de Alemania.

Estos hombres alemanes son muy inteligentes y guardianes.

¡También veo que cumples con la ley leopardo!

Gorila, si no le ponemos cadena y bozal nos multan.

¿Gorila te acuerdas del perro Pequinés?

¡No me voy acordar!

¡Se creía sagrado y admirado por los dioses!

¡Ese mismo!

Mira gorila, tal vez no era sagrado, pero te aseguro que los dioses lo ayudaron.

Se fue para China, y puso un criadero de humanos de la mejor calidad.

Importa y exporta mascotas a todo el mundo.

Leopardo, te dejo porque mi hombre está desesperado mirando el próximo árbol.

Está bien gorila, yo también tengo que irme, debo bañar a mi hombre.

Hasta mañana.

Hasta mañana, leopardo.

Como era de costumbre, los animales hacían cada quince días una reunión de cazadores donde planeaban a que zona se dirigirían a cazar humanos.

Por mayoría, decidieron hacer una expedición hacia las tierras del norte.

Los más decididos, cuatro gorilas, cinco leones y tres toros, a pesar de que eran tierras muy lejanas decidieron partir cuanto antes.

Lo único que conocían de esos humanos del norte, era lo que contaban los viajeros que escapaban de las maldades y tiranías de esa raza.

Aseguraban que eran violentos, ambiciosos e invasores que mataban y se apoderaban de todas las riquezas de los pueblos pacíficos.

Uno de esos viajeros fue capturado por un gorila de la expedición, lo adiestró y lo convirtió en una buena mascota.

El mismo gorila se dirigió a todos sus compañeros.

¡Amigos, yo tengo uno de esos viajeros!

¿Qué les parece si lo llevamos de guía?

¡Es inteligente, conoce el camino y tiene buen olfato!

Aprobaron la idea y decidieron partir en dos días.

¿Abuelo, abuelo en el norte no mandaban los animales?

Sí Luisito, en gran parte de esas tierras.

Lo que pasó, es que en ese tiempo la raza humana hacía lo imposible por revelarse ante el mandato animal.

Con atrocidades se querían imponer, solo que los animales se lo impedían.

¿Abuelo, eran tan malos los humanos del norte?

¿Que si eran Luisito?

¡Hoy después de millones de años, todavía quedan algunos!

¡Continúa abuelo!

¡No Luisito, vamos a la cama antes que tus padres nos lleven de una oreja!

Mañana la seguimos.

¡No abuelo, mañana te olvidas!

¡Estás tú para hacerme acordar!

¡Está bien abuelo!

¡Hasta mañana!

Luisito, no olvides nada del cuento.

¡No abuelo, ahora le voy a pedir al perro que me saque a hacer pis!

Abuelo y nieto se van a la cama riéndose del chiste.



Cap. 2

Al día siguiente en la tarde, Luisito después de merendar se acerca a su abuelo y le pregunta.

¿Abuelo no te habrás olvidado del cuento?

¡Pero que nieto tengo, si me olvido del cuento me estoy olvidando de ti!

Déjame terminar mi leche, que si no lo hago tu madre se enoja.

Está bien abuelo, pero no te olvides.

Pasaron dos horas y el nieto le llama la atención a su abuelo.

¿Te olvidaste de nuevo abuelo?

El abuelo no quiso reconocer que se había olvidado y contestó.

Estaba esperando para ver si tú te acordabas que había que seguir con el cuento.

¡Eres fatal abuelo!

¡Bueno, bueno, diles a tus padres que nuevamente te vas de viaje!

¡Está bien abuelo!

El nieto se va y vuelve muy rápido.

¡Ya está abuelo, empecemos!

¡Muy bien, cierra los ojitos y concéntrate!

¿Abuelo por qué tengo que cerrar los ojos?

Porque si no lo haces, lo que sucede en tu alrededor te distrae y pierdes concentración.

¡Entendí abuelo!

¿Recuerdas que varios animales en una expedición se iban de caza?

¡Sí abuelo, iban al norte a cazar hombres invasores!

Llegó el día de partir.

Al hombre guía, lo llevaba un gorila al frente de la expedición atado con collar y cadena.

Los seguían a pocos pasos tres gorilas y más atrás, los tres toros iban custodiando un inmenso carro enrejado.

El carro iba transportado por cuatro hombres grandes y fuertes.

Dos africanos y dos alemanes.

En la cola de la expedición, iban los cinco leones como protegiendo la caravana.

Así se inició el viaje que les iba a llevar largo tiempo.

Pasaron días, meses y años.

La caravana cruzó selvas, montañas, desiertos y para cruzar ríos construían balsas.

En muchas oportunidades se enfrentaban a grandes vientos huracanados, lluvias y otros inconvenientes que la naturaleza les presentaba.

Los animales, cuando el mal tiempo los azotaba, ayudaban a los hombres de tiro empujando el inmenso carro.

Cuando ya a todos les parecía que el viaje iba a ser inútil, el gorila con el hombre guía desde un terraplén grita a la caravana.

¡Creo que ya llegamos a las tierras del norte!

Y para sorpresa del gorila y el guía, desde esa altura veían tanta agua que parecía que allí se terminaba la tierra.

Los océanos, todavía los animales que reinaban en el sur no los conocían.

A medida que la caravana se acercaba a los guías, miraban con asombro tanta agua sin ver el final de ella.

El guía señalando le indica al gorila que lo acompañaba, que mire en el agua a lo lejos.

Cuatro balsas enormes conducidas por hombres, se acercaban no muy lejos de la orilla.

Si bien ellos conocían las balsas y las utilizaban, nunca las habían visto tan inmensa.

Después el mismo guía comentó, son los hombres del norte que vienen a cazar animales para esclavizarlos.

¡Abajo, a ocultarse, gritó el gorila que se encontraba al frente!

Todos se ocultaron tras el terraplén.

Los gorilas vigilaban los movimientos de los hombres de las balsas.

Si salían del agua, de acuerdo al camino que tomaran, colocarían las jaulas trampas.

Los hombres del norte remaban llevando las balsas a un lugar de la orilla con mucha tranquilidad.

Daba la impresión de que ya conocían el lugar indicado.

Toda la caravana estaba pendiente de sus movimientos, hasta que algo los distrajo.

Cuatro caballos galopaban hacia ellos.

Los cinco leones se alinearon frente a la caravana, prontos para la lucha.

Pero no fue necesario.

Tres caballos galopaban juntos, y adelante como guiando un elegante caballo blanco se acercaba gritando, ¡venimos en paz!

El gorila que iba al frente de la caravana dijo con voz baja pero firme; déjenlos llegar.

El corcel blanco parado en sus patas traseras y agitando sus crines, se dirigió al que supuso ser el jefe de la caravana.

El gorila al frente lo escuchó.

¡Amigo, lo que están observando es la llegada de hombres muy malvados!

Invaden, maltratan, secuestran, esclavizan y matan aquel animal que se resiste.

¡Gorila, mi consejo es que se alejen de ellos como lo estamos haciendo nosotros!

Caballo, te agradecemos, pero nuestra intención no es huir de ellos, es cazarlos.

¡Gorila, son muy peligrosos!

Nosotros nos hemos enfrentado a ellos y lo que logramos, es que muchos de nuestra manada han sido prisioneros, sometidos y esclavizados.

Caballo, dijiste como eran y que hacían, pero hay algo que no sabes.

También son ambiciosos y deshonestos entre ellos.

Para cazarlos usaremos sus propias debilidades y tenemos la carnada que más los enceguece.

El caballo después de escuchar al gorila, se dio vuelta y habló con sus compañeros.

Volvió a encarar al gorila y le dijo: hablas muy convencido de lo que dices.

Nosotros somos los guías de nuestra manada.

En la manada somos cincuenta caballos dispuestos a luchar por nuestra libertad.

¿Podemos unirnos a la caravana e integrar la cacería?

El gorila con la mirada consultó a sus compañeros y todos asintieron con la cabeza.

El caballo blanco volvió a pararse y un relincho atravesó el espacio entrando en un profundo bosque.

En segundos la aparición de la manada adornó la llanura con una variedad de colores.

Cuarenta y seis caballos formados en una sola línea coloreada.

Fingiendo no estar impresionado, el gorila le comunica al caballo blanco.

Haz entender a tu manada que vinimos a cazar, no a matar a nadie.

¡Así lo haré gorila!

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¿Abuelo, abuelo dices que los caballos eran de colores?

¡Sí señor!

¿Abuelo, habían amarillos?

¡Claro que no!

¿Dónde viste un caballo amarillo?

¡Bueno, era una pregunta nada más!

Pareces tu padre.

¿Ahora ya no soy igual a vos abuelo?

¿Ya están discutiendo?

Sí mamá, el abuelo dice que soy igual a papá.

¡Está bien!

Sí, porque no sabes cómo me lo dice.

¡Cuentero!

¿Lo sentiste mamá?

¡Padre deja de pelear a tu nieto!

Es él.

¡Nietito mañana seguimos con el cuento!

¡Está bien!



Cap. 3

Al día siguiente a la hora del cuento, abuelo y nieto esperaban uno del otro romper el hielo.

¿Abuelo hoy vamos a seguir con el cuento?

¡Sí!

¿Sin líos abuelo?

¡Sí cabeza de choclo, pesado!

Ya empezaste, me dijiste cabeza de choclo abuelo.

¡No, entendiste mal!

Te dije, que rico son los choclos asados Está bien abuelo, empieza.

¡Como siempre, con los ojitos cerrados!

¡Ah abuelo, quería decirte que con los ojos cerrados, parece que estuviera al lado de todos los animales!

¡Sí Luisito esa es la sensación que se debe sentir!

¿Recuerdas que dejamos cuando los caballos fueron aceptados por la caravana a intervenir en la cacería?

¡Sí abuelo!

Dos leones en lo alto del terraplén, quedaron vigilando los movimientos de los hombres del norte.

Mientras, casi todos los participantes de la caravana, se dedicaban a armar las jaulas trampas.

El elegante caballo blanco curioso e interesado pregunta; ¿gorila que es ese líquido negro en el barril?

Caballo, este líquido negro se llama petróleo.

Los hombres del norte lo ambicionan tanto, que son capaces de invadir pueblos y aniquilar a cuanto ser vivo se oponga para conseguirlo.

¿Y esas dos piedras amarilla y blanca?

Una es metal oro y la otra es metal plata.

Los dos metales los hacen rápidamente ricos y poderosos.

¡Ha, ya entiendo gorila.

La ambición los enceguece y entran a las trampas.

¡Así es, caballo!

¿No pueden escapar de ellas?

¡No, solamente nosotros conocemos los resortes que las abren desde afuera!

¿Caballo, sabes adonde se dirigirán cuando bajan de las balsas?

Se adonde se dirigirán y como lo harán.

Se dividen en tres grupos y toman por tres caminos a la selva.

Un grupo ira por el marfil de los elefantes.

Otro, a tomar prisioneros caballos de otras manadas.

El tercer grupo, el más temido, mata animales y se lleva la carne para alimentar a sus pueblos.

¿Dime caballo, desde que bajan de las balsas hasta los caminos, cuanto tiempo les lleva?

Aproximadamente tres días.

¿Estás seguro caballo?

Muy seguro, los hemos visto muchas veces.

Por eso no nos han capturado.

Escucha caballo, hoy terminamos de armar las jaula trampas.

Elije seis valientes y temerarios caballos, que mañana nos llevarán hasta la cercanía de los caminos.

¡Que sean los más rápidos!

¡Gorila, elegiré cinco, yo seré el sexto!

A la noche toda la caravana más los dos caballos, planeaban la caza del día siguiente.

A uno de los leones se le ocurrió una idea y la expuso.

Mientras los hombres del norte no se encuentren, dos compañeros y yo tomaremos prisioneros a los guardias y nos haremos de las balsas.

¡Tal vez nos podremos ir en ellas!

¿Qué opinan?

¡Muy buena idea, dijo un toro!

En la madrugada dos toros vigías de turno, avisan que los hombres del norte atracaron las balsas en una orilla totalmente despejada.

Ese día los recién llegado aparentemente se dedicaron a preparar las armas de caza.

En la siguiente madrugada, los gorilas de guardia avistan a los cazadores iniciar la partida hacia los caminos.

¡Están saliendo, ya podemos partir!

Todos los participantes de la expedición colaboraron para subir el terraplén el gran carro cargado con las trampas y todos los elementos de la caravana.

Al comenzar el terreno llano, tres de los leones se abrieron de la caravana y rápidamente iniciaron el viaje hasta las balsas.

Dos caballos al frente iban indicando a los gorilas la ruta hacia los tres caminos.

El corcel blanco le comenta a los gorilas; a este paso llegaremos mucho antes que los cazadores.

¡Muy bien caballo, así tendremos tiempo de preparar las trampas!

Con pocas dificultades la caravana llegó al primer camino.

Los caballos admirados miraban como todos colaboraban para armar la primera trampa.

¿Gorila, cómo se cierran las trampas?

Siempre curioso, pregunta el caballo blanco.

Las trampas se cierran cuando destapen un barril de petróleo.

Un tirador agarrado a la tapa acciona una palanca que hace caer la reja de entrada.

¿Gorila, y si ven la reja de entrada?

¡No, no la van a ver!

Lo que van a ver, son las piedras de oro y plata que estarán al entrar.

Después se enceguecerán al pelearse por los barriles de petróleo.

¿Así que lo del petróleo no falla?

Con los hombres del norte, no.

Todos los participantes de la caravana ese día y el día después, lo dedicaron a dejar armadas tres trampas con capacidad para catorce hombres cada una.

¡Si la caza sale bien, llevaremos muchas mascotas para la venta, dijo un león a unos de los toros!

Dirigiéndose un gorila al caballo blanco, le pide que mande dos de sus compañeros a cada trampa y desde un lugar donde no los vean, observar hasta que se cierren con los hombres adentro.

Después, con un gran relincho nos avisan.

Nosotros esperaremos escondidos detrás de esa montaña.

¡Así lo haré, gorila!

El caballo blanco les dio la orden a cuatro de ellos y partieron a gran velocidad hacia los lugares indicados.

Gorila, mi compañero y yo, nos quedaremos a vigilar esta trampa.

Muy bien caballo, nosotros llevaremos el carro detrás de la montaña y apenas se sientan los relinchos volveremos para cargar las trampas con las presas en el carro.

Todo estaba listo, solamente había que esperar un día, a que llegaran los hombres del norte.

¿Gorila, si todo sale bien, nos iremos en las balsas?

Si toro, seguiremos el curso del agua.

¡Creo que no nos dejarán muy lejos de nuestros territorios!

¿No iremos muy cargados, gorila?

¡Si los hombres del norte lo hacen, por qué no nosotros!

Esa noche para la caravana fue de mucha expectativa.

La mayoría pensaba que todo iba a ser un éxito.

Los dos leones que quedaron, tenían sus dudas e hicieron guardia toda la noche.

Hasta el mediodía todo se veía normal.

De pronto un toro le llama la atención a uno de los gorilas.

¡Algo está pasando, no se oye ningún ruido en la selva!

Los pájaros dejaron de cantar.

¡No es raro toro!

Todos los animales se escondieron.

¡Atención a todos, los hombres del norte están entrando en la selva!

Inmediatamente todos en la expedición se dedicaron a aprontar las herramientas de caza.

Se tenía que actuar con rapidez, después de los relinchos de los caballos.

Un león, conocedor del comportamiento humano, les dijo a todos.

¡Queden tranquilos, los hombres del norte caminarán por los caminos hasta la noche!

Dormirán y seguirán en la mañana.

Al medio día llegarán a las trampas y un rato después, sentiremos los relinchos de los caballos centinelas.

Le dio más tranquilidad a la caravana.

Todos sabían que los leones eran calculadores y fríos para esperar el momento cazar.

¡Y si el león lo había calculado así, así sería!

Dijo un toro al gorila.

Esa noche un silencio profundo se apoderó de la selva.

Y no era para menos, todos los habitantes sabían que los recién llegados eran los peores enemigos a enfrentar.

Más bien se ocultaban hasta que abandonaran esos territorios.

Si los enfrentaban, terminaban muertos o prisioneros de la peor raza.

En la mañana seguía el silencio, parecía que la selva no estaba habitada por especie alguna.

¡A media tarde como predijo el león, cada diez segundos un estremecedor relincho atravesaba la selva!

Los valientes caballos vigilantes avisaban que las trampas se habían cerrado.

Los pájaros empezaron a cantar y todos los animales siguieron con sus costumbres.

Un toro comentó, ¡parece que la selva cobró vida!

Apurémonos, grito un gorila.

Tenemos que llegar antes que reaccionen, porque si son muchos en cada trampa, por salir se van a matar entre ellos.

Un gran esfuerzo entre todos hizo que pasaran el impresionante carro al otro lado de la montaña.

En veinte minutos llegaron a la primera trampa.

La alegría del extraordinario caballo blanco y su compañero, los hacían trotar alrededor de la trampa, mirando a los prisioneros amenazantes.

Ellos eran los culpables de cazar, maltratar y esclavizar a muchos de sus compañeros.

Las peleas entre los prisioneros por el contenido de las jaulas, no les hacía comprender la grave situación en que se encontraban.

Se dieron cuenta, cuando todos los participantes de la caravana levantaban la jaula para colocarla sobre inmenso carro.

¡Los cazadores habían sido cazados!

Dejaron de pelearse y arremetieron con fuerza y rabia contra los barrotes.

Pero ya era tarde e inútil escapar de la trampa.

Con mucho esfuerzo demoraron treinta minutos para llegar a la segunda jaula.

Para los dos caballos vigías era toda una fiesta.

Trotaban alrededor de la trampa largando relinchos de alegría.

Nunca se les había ocurrido que ellos cazarían a los cazadores.

Seguía el mismo berrinche de los prisioneros mientras toda la caravana cargaba la segunda jaula.

El gran carro pesaba un poco más.

Al ver que era mucho el esfuerzo de todos, los gorilas alentaban diciendo; ¡por ahora debemos apurarnos, después descansaremos!

La llegada a la tercera trampa se demoró mucho más.

El carro estaba más pesado y había mucho cansancio.

Los caballos vigías muy enojados con los prisioneros trataban de alcanzarlos tirando patadas contra la jaula.

Para ellos, esos cazadores no merecían que se les tratara bien.

¡Gorila, no puedo creer que están prisioneros y se siguen peleando por el petróleo y los metales!

Son así león, los hombres del norte se matan y roban entre ellos.

Carguemos gritó el gorila.

¡Un esfuerzo más y nos vamos!

Después de cargar la tercera trampa tolerando el griterío de los prisioneros, la caravana por el mismo camino que llegaron los hombres del norte se dirige a las balsas.

¿Toro no tienes miedo del agua?

¡No león, solo cuando me baño!

Estaban contentos por el éxito.

Entre chistes y risas llegaron con la carga intacta a las balsas.

Allí se encontraban los tres leones con cuatro prisioneros y seis prisioneras.

Mujeres jóvenes dijo un gorila.

¡Será bueno para para el criadero!

Los cinco caballos con el corcel blanco al frente, los toros y los hombres de tiro, entraron al agua comenzando a traer las grandes balsas a la orilla.

¡Carguemos las jaulas, grito un león!

Los animales unidos con gran esfuerzo fueron colocando una jaula por balsa.

Las ataron en fila a la primera que cargaba el pesado carro.

¿Gorila hay caballos en tu territorio?

¡No!

¿Por qué lo preguntas caballo?

Porque me gustaría llevar a mi manada a un territorio libre de peligros.

Buena idea caballo.

Como cincuenta de los tuyos no entran en las balsas, te dejaré el guía.

Caballo, te aconsejo que partan enseguida porque los hombres cazadores invadirán estos territorios para no irse.

El gorila le entregó el guía al caballo.

Los caballos ya en tierra, se pararon en sus patas traseras saludando a la caravana.

¡Hasta pronto!

El guía montaba el corcel blanco.

Los toros, los hombres de tiro africanos y alemanes se hicieron cargo de los remos.

Los gorilas estaban al frente en la primera balsa.

Al grito de avancemos, no pierdan de vista la orilla!

¡Así se inició el regreso de los valientes cazadores!

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¡Abuelo, que nervios me agarré cuando los hombres del norte cayeron en la trampa!

¡Yo creí que se salían y mataban a todos!

¿Por qué se peleaban tanto por el petróleo?

Luisito, esos hombres siempre fueron así, el petróleo y los metales preciosos no lo piden, invaden y roban.

¡Bueno, por hoy se terminó el cuento, los dos a la cama!

¡No mamá, un ratito más!

Papá, ve a mirar el noticiero desde la cama ¡Mamá!

¡Ahora Luisito!

Abuelo, mañana la seguimos.

¡No te olvides!

¡Si olvido el cuento, olvido a mi nieto!

Mentiroso.

No empieces o le digo a tu madre.

Cuentero.

¿Hija, podes venir?

¡No, no Abuelo, hasta mañana!



Cap. 4

Al otro día ya tarde casi anocheciendo, el nieto recuerda a su abuelo.

¡Abuelo, abuelo es la hora del cuento!

¿Cómo sabes que ya es la hora?

Porque mamá dijo, es la hora de que papá torture al nieto.

¡Ves que tienes a quien salir!

¿Ahora no soy igual a vos abuelo?

Bueno no peleemos, seguiré con el cuento.

Quedamos que por agua y en balsa, la caravana de animales cazadores iniciaba el regreso a los territorios del sur.

Esos valientes animales no sabían que se podía viajar por esas grandes aguas en balsas.

Sus únicas experiencias habían sido en pequeños ríos, lagos y arroyos.

La única lección que habían tenido sobre el manejo de las balsas, fue ver a los hombres del norte por dos días conducirlas.

¡Gorila!

Habla león.

¿Crees que los invasores se quedarán tranquilos con las pérdidas que les provocamos?

Creo que no león.

Estoy seguro que cruzarán las aguas, invadirán y se quedarán en esos territorios para siempre.

Dominarán a todos los animales y los esclavizarán.

Con el tiempo los animales serán las mascotas de esa mala raza.

¿Gorila, crees que nosotros terminaremos así?

No león, si pasa, pasará dentro de muchísimos años.

Muchas generaciones habitarán libres en nuestros territorios.

La caravana de cazadores viajó tranquila durante varios meses.

Viajaban a poca distancia de la orilla.

Siempre con tierra a la vista.

Los alimentos se estaban terminando.

Los gorilas pidieron una reunión con toda la expedición.

Todos se reunieron en la primera balsa.

Uno de los gorilas les dirigió la palabra.

Amigos, la falta de alimentos nos obliga parar e ir a tierra a buscarlos.

Hemos decidido ir mis tres hermanos y yo.

Mientras no estemos, los leones harán la guardia y los toros mantendrán las balsas cerca de la orilla.

Los hombres de trabajo quedarán encadenados al carro mientras no estamos.

¿Gorila cuando bajarán a tierra?

Cuando todos veamos tierras con muchos bosques.

Si hay selvas o bosques, hay alimentos.

El tiempo pasaba y por muchos meses lo único que se veía, cerros nevados, entradas de ríos y costas rodeadas con grandes piedras.

La ración de alimentos entre todos los integrantes de la expedición, era cada vez más pequeña.

El invierno los azotó con lluvias, fríos y vientos.

La falta de alimentos a todos los tenía débiles y desmoralizados.

Los únicos que todavía mantenían ánimo y fuerzas, eran los gorilas.

¡Todos revivieron cuando uno de ellos gritó, primavera, selvas, alimentos!

¡Todas las balsas a la orilla!

Esas palabras dieron una dosis de fuerza y recuperación a todos.

De inmediato las barcas fueron guiadas hasta trecientos metros de la orilla.

Solo una llevó a los gorilas a tierra como se había planeado.

Los cuatro gorilas se sorprendieron, cuando al descender no fue sobre tierra, sino sobre una gran playa de arena.

A lo lejos se veía el horizonte verde que les decía que era el principio de la selva.

¡A caminar, dijo uno de ellos!

Cuando llegaban a los primeros árboles, fue otra la sorpresa.

Si bien esperaban que otros animales los recibieran, no esperaban que fueran tantos ni con tanta agresividad.

Quince gorilas de gran tamaño venían al frente de una cantidad de animales varios.

Se abrieron en abanico como tratando de rodear a los que pensaron que eran invasores.

El que parecía el Alfa, el jefe de la manada se adelantó.

¡Se golpeó el pecho como desafiando y dijo, si quieren vivir vuelvan por donde vinieron!

Uno de los cuatro gorilas también se adelantó unos pasos, levantó el brazo con el dorso de la mano hacia arriba y habló.

Gran jefe, venimos en paz.

Somos viajeros y estamos en busca de agua y comida.

Nos haremos de los comestibles y volveremos por donde vinimos.

¿De dónde vienen viajeros y quiénes son?

Somos habitantes de las tierras del sur.

Somos cazadores y venimos de los territorios del norte.

¿Qué especie de animales cazan?

¡Gran jefe, cazamos la especie más dañina que existe, la humana!

La caza fue buena y llevamos para nuestros territorios buenos ejemplares para adiestrar y vender como mascotas.

¿Viajeros, en qué transportan tan temible carga?

¡Aprendimos a dominar las grandes aguas!

Viajando en ellas, transportamos a los hombres del norte.

Gran jefe, sabemos que en el futuro la especie humana cruzará las grandes aguas a invadir estos territorios.

Invadirán, robarán y matarán a todos los animales que se les enfrente.

Lo que es peor, vendrán para quedarse.

¿Qué nos aconsejan viajeros?

Que hagan lo que hacemos nosotros, cazarlos y adiestrarlos.

Son buenas mascotas, trabajan bien y algunos se hacen buenos amigos de los animales.

De esa forma el futuro se hará más lejano.

Viajeros, tomaremos en cuenta sus experiencias y sus consejos.

El gran jefe se dio vuelta y dio una orden a diez de sus gorilas.

Traigan alimentos para los viajeros cazadores.

Amigos, disculpen que los hayamos recibido con tanta agresividad.

Creímos que eran invasores que venían por nuestras hembras.

Descuide gran jefe, en nuestros territorios los animales somos todos amigos.

Jamás tomamos lo que no es nuestro.

En el tiempo que los cuatro gorilas estuvieron en esa selva, no hubo animal ni grande ni pequeño que no se hiciera amigo de los visitantes cazadores.

A los tres días, a la hora de partir se despedían de sus ocasionales amigos.

Una fila de variados animales cargados con canastas de alimentos, acompañaban a los visitantes hasta la orilla de las grandes aguas.

El asombro fue general entre ellos cuando vieron esa enorme balsa que amarrada los esperaba.

¡Tienen alimentos y agua para mucho tiempo!

La próxima vez nos gustaría que nos visiten con el jefe de la manada.

Gran jefe, visitarlos puede ser, venir con un jefe no.

Nosotros no tenemos jefes.

¡En nuestros territorios, el animal más pequeño recibe el mismo trato que el más grande!

Por un momento el gorila jefe pareció contrariado, pero entendió que eran otras costumbres.

Después de cargar los alimentos, los cuatro gorilas se despidieron con un; ¡hasta siempre!

¡Vuelvan cuando gusten, gritó el jefe!

Tres horas les llevó a los gorilas llevar la balsa hasta los hambrientos cazadores y sus presas.

Alegría, hambre y ansiedad se notaba en los rostros de los que esperaban a los recién llegados.

Todos tomaron agua, comieron, llevaron alimentos a los prisioneros y después se sentaron a escuchar la aventura de sus cuatros compañeros.

Combinaron partir temprano al día siguiente.

Después se fueron a dormir, a descansar.

Transcurría una noche tranquila y estrellada.

Mientras los leones estaban de guardia cazadores y prisioneros dormían.

Y llegó la hora de seguir la ruta que marcaba la costa.

Todos sabían que si no perdían de vista la orilla de las grandes aguas, ella los llevaría a su destino final, sus territorios.

Comparando el tiempo que les había llevado caminando hacia el norte, sabían que volver por agua iba a ser más rápido.

Todos los cazadores se pusieron de acuerdo que sus territorios no estaban lejos.

Así fue, a los cuatro meses de haber dejado a sus nuevos amigos, el instinto de los leones les avisaba que era hora de dejar de viajar en agua y seguir caminando.

Ahora debían caminar hacia donde se esconde el sol e iría derecho a sus hábitats.

Les llevó dos días entre llevar las balsas a la orilla, arrastrarlas hasta un tupido bosque y esconderlas hasta otro posible viaje hacia el norte.

Después de cargar el inmenso carro se inició la caminata.

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¡Abuelo, abuelo que miedo me dio cuando vi la cantidad de gorilas que rodearon a los cazadores!

¿Abuelo, los cuatro gorilas cazadores, no iban a poder con ellos?

¡Claro que no Luisito!

Por suerte los visitantes sabían hacer amigos y todo les salió bien.

¡Abuelo, que suerte que nadie se murió de hambre!

¿Abuelo mañana la seguimos?

¡Quiero saber que les pasa antes de llegar a sus casas!

¡Papá, Luisito los dos a cenar y después a la cama!

¡Bueno, bueno llegó el verdugo!

¿Qué es verdugo abuelo?

Alguien que castiga.

¡Mamá, mamá el abuelo te dijo verdugo!

¡Loro!



Cap. 5

En la Mañana como todos los días, después del desayuno el abuelo se ocupa de algunos trabajos de la casa.

Luisito, un día más de su primer año escolar.

Hija y nieto al llegar de la escuela encuentran al abuelo trabajando en el jardín.

Lo saludan y como un llamado de atención el nieto le dice; ¡no te olvides que después de la merienda tienes que seguir con el cuento!

¡Cargoso!

¿Me dijiste cargoso abuelo?

¡No, te dije mimoso!

¡Ah!

Pasado el almuerzo, siesta para el abuelo y deberes para el nieto.

Después de la merienda, el abuelo siguió con su trabajo en el jardín.

El nieto iba y venía alrededor del abuelo como tratando de que al verlo, recordara que tenía que seguir con el cuento.

Como el abuelo parecía que estaba concentrado en el arreglo de las plantas, el nieto no pudo esperar más.

¿Abuelo, te haces o eres?

¿Ahora que hice?

¡Te olvidaste del cuento abuelo!

¡No, no me olvidé, solo que estaba esperando que tú recordaras!

¡Mentiroso!

¿Me dijiste mentiroso?

¡No abuelo, te dije hermoso, por el jardín!

Riendo, abuelo y nieto abrazados se fueron a sentar y a continuar con el cuento.

¡Como siempre, a cerrar los ojitos!

Habíamos quedado que la caravana de cazadores, escondieron las balsas en un tupido bosque.

¡Si abuelo, por si alguna vez querían volver al norte!

¡Muy bien, buena memoria!

E iniciaron el camino hacia el oeste, donde se esconde el sol.

¿Recuerdas?

Sí, abuelo.

Bien alimentada, la caravana cruzó selvas, laderas, ríos y montañas.

Abuelo espera un poquito, yo veo que los leones no comen mucho Haber, haber ¿qué comen los leones?

Carne, abuelo.

¡Pues estos leones no!

Los leones de la región donde ellos nacieron tienen otras costumbres, y una de ellas es que comen frutas, hojas y raíces.

¡Abuelo, los leones que yo he visto comen otros animales!

Luisito, entonces no entendiste cuando uno de los gorilas cazadores le dijo al gorila de la selva, ¡en nuestro territorio todos los animales grandes o pequeños son tratados por iguales.

¡Tienes razón abuelo, por eso no comen carne!

Muy bien, ahora déjame seguir.

¡Que pesado!

Abuelo no empieces.

A los tres meses de viaje, los animales cazadores empezaron a reconocer algunos lugares.

Los gorilas al frente de la caravana, les avisan a los toros que estaban llegando.

Los poderosos toros que ayudaban a los hombres de tiro, suspiraron y sus rostros reflejaron tranquilidad.

El gran carro con su carga, pesaba cada kilómetro un poco más.

Los cinco leones rugieron con alegría.

Cuando la caravana llegó a la falda de una loma, los leones propusieron, ¿qué les parece ya que falta poco para anochecer, si paramos nos alimentamos y seguimos mañana temprano?

Todos aceptaron.

Y así lo hicieron, se alimentaron después durmieron hasta que amaneció.

Con la primera luz del día, comenzaron a subir la última lomada.

Con el solo pensar de que ya no encontrarían más obstáculos, parecía que el gran carro pesaba mucho menos.

En dos días llegaron al lugar desde donde habían partido.

Las águilas que desde muy lejos los habían visto venir, prepararon con todos los animales una entusiasta bienvenida.

Lo que seguía, era enjaular a las presas cazadas y prepararlas para ser domesticadas.

De ellos, saldrían buenas mascotas y hasta llegarían a ser buenos amigos de los animales.

Se eligieron seis hombres, los de mejor presencia, y los ubicaron en jaulas separadas cada uno con una mujer.

¡De ellos obtendremos las mejores crías, comentó uno de los leones!

El toro le contestó, ¡de ahí saldrán los buenos negocios!

Treinta días después, aparecieron el hombre guía montado en el caballo blanco y más atrás cuarenta y nueve corceles entrando al hábitat de los animales cazadores.

En esos territorios no se conocían los caballos y menos con un hombre montado en uno.

Muchos animales pensaron que los hombres iban a atacar ese hábitat y se preparaban para la lucha.

Por suerte un toro y un león que hacían la guardia del lugar, los reconocieron y gritaron.

¡Son amigos, son amigos que se van a quedar en nuestros territorios!

¡Déjenlos llegar!

De esa manera y para siempre los caballos iniciaron una vida más tranquila.

Los gorilas liberaron al guía por su buen comportamiento con la condición de que siga trabajando para ellos.

Hombres y mujeres en cautiverio, con el tiempo tuvieron muchas crías haciendo de esa zona el criadero más grande de la época.

La llegada de los animales viajeros, traían la noticia de que hombres y mujeres del norte cruzando las aguas grande, e invadían sometiendo a los animales para esclavizarlos.

También decían que muchos de los sometidos habían decidido no hablar más.

¡Como tú lo predijiste, le dijo el toro al gorila!

¡Si toro, con el tiempo esa raza de hombres y mujeres, si siguen cruzando las aguas grandes no habrá animal que los pare!

Hacen bien en dejar de hablar, porque si no terminarían en jaulas como espectáculo.

Pasaron muchísimos años, después de miles de generaciones, el hombre invadió todos esos territorios trayendo las peores maldades y enfermedades.

Fueron muy pocos los animales que no fueron sometidos.

Esa raza de hombres y mujeres, instalaron la costumbre de comer la carne de los animales.

¡La vida animal que sobrevivió, jamás habló!

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¡Ves Luisito, hubo un mundo completamente opuesto al de ahora!

¿Abuelo, por qué dejar de hablar, si hablando los iban a entender mejor?

¡Porque en ese tiempo Luisito, únicamente el reino animal se entendía hablando!

La mayor parte de la raza humana lo único que hacía bien, era invadir y quedarse con lo ajeno.

¡Papá dice que ahora también mucha gente se queda con lo ajeno!

¡Por fin tu padre embocó una!

¡Abuelo no seas malo!

¡Pobres los animalitos, si hablaran de nuevo podrían contarnos muchas cosas!

¿No te parece abuelo?

¡Claro que sí!

¡Las vacas dirían, no quiero estar en los almuerzos!

¡Ni te digo lo que dirían los cerdos!

¡Te va a sentir mamá y nos va a mandar a la cama abuelo!

¡Ves Luisito ahí tienes un ejemplo, tu mamá debería no hablar y tu perro sí!

¡Abuelo en serio, no sería bueno que los animales nos dijeran si tienen hambre, qué les duele o donde están mejor.

¡Claro que sí!

Cuantas cosas te diría el Cacique!

Pero hoy dicen que el mundo no se ve de revés, que las cosas cambiaron.

Lamentablemente es verdad.

Abuelo, esta historia me dejó preocupado.

¡Como vos decís, veré que hago!

El nieto le dio un beso al abuelo y se fue.

El abuelo aguardó un rato, y el niño no volvió.

Se levantó y fue en busca de él.

Allá lo vio, sentado al lado de su perro.

¿Qué estás haciendo Luisito?

El nieto se levantó, se acercó al abuelo y en voz baja le dijo; ¡le pedí a Cacique que hable, que no tenga miedo, que no se lo contaré a nadie!






Un cuento aumenta la curiosidad y el saber de un niño.


Es un cuento de:

Abel Omar Luttringer








ISBN 978-9974-98-572-8 - Depósito Legal 357.349/11
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